Por fin pude hacer de nuevo la fotografía del Champi del Bar Soriano. Igual que si fuera una joya.
Arriba podemos ver en primer plano a Santiago Barrero y a su sobrino Carlos Barrero, tercera generación. Detrás, atendiendo la barra, está Jesús, casado con la hermana de Santiago.
Son una familia de currantes que dedican su vida a darnos lo mejor.
Hace dos o tres años ya les había hecho fotografía del champi con fondo blanco. Al poco de colocar el cartel ya les dije que no me gustaba el resultado y quería cambiarlo. A quien más pinchaba yo con aquello de volver a fotografiar a su querido Champi, era a nuestro añorado Pepe.
De Pepe aprendí el respeto por el producto y el oficio. Da igual que estés frente a una cámara o frente a una plancha en un bar, tienes que dar el máximo cada día.
Por aquellas cosas de la vida que nos van alargando los proyectos y los quehaceres, pasó el tiempo y no encontrábamos el momento de hacer una nueva sesión fotográfica.
Ese día, el día de las fotos, preparé en el Bar un pequeño Set. Llevé mi iluminación de estudio portátil. Pasaron por mi cámara, directos de la plancha, tres o cuatro pinchos de champi y yo tenía muy clara la idea del reflejo en la parte inferior y el fondo negro. Quería que se viera como una auténtica joya.
Trabajé en una buena edición para guardar el equilibrio entre una imagen de impacto y poder reflejar la realidad de lo que nos ofrece la familia Barrero.
Le pasé el archivo fotográfico con las indicaciones correspondientes a mi buen amigo Miguel para que se hiciera cargo del diseño. Se hicieron varias versiones, respetamos las opiniones de nuestro cliente y al final el diseño ganador fue el que hoy día preside la entrada al Bar Soriano en la calle Laurel de Logroño.
Mi recuerdo al bueno de Pepe Barrero.